Yamas y Niyamas, en Navidad

Si de algo estoy agradecida al yoga es porque me ha dado el mayor de los regalos. El de ser más consciente. Poco a poco. Más consciente de todo. Y feliz.
#Santosha: Contentamiento, paz, gratitud. 2º Niyama de Patanjali.

Primero, consciente de mi interior: de mi cuerpo, su salud y sus cambios; de mi ego y sus gritos; de mis emociones, con sus subidas y bajadas; de mis sensaciones; de mi actividad mental, casi siempre incesante y agotadora…

Después, de mí respecto a este mundo: del sufrimiento de los animales en las granjas y mataderos, si quiero beber leche o comer pollo; del impacto medioambiental que causo cuando compro algo con aceite de palma, cojo el coche en vez de la bici o deseo comprarme un móvil nuevo antes de necesitarlo. De si el abrigo que elijo lleva plumas o es sintético o de si el jersey que me ha gustado tiene mohair, cachemira, lana… De si la crema de la marca X experimenta con animales y, así, un largo etcétera.
Por todo esto, es condición sine qua non volverse un poco más tranquilo, más reflexivo y más empático, para que cuando estés en el pasillo del supermercado de turno, no sucumbas ante el voraz e insolidario apetito hedónico.
Tienes que ser más consciente por obligación, para poder dilucidar si lo que estás comprando conlleva algún sufrimiento animal o causa daños medioambientales y, en ese caso, si puedes sustituirlo por otra cosa que también sacie tu paladar.

 

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Después obtendrás tu regalo, ya que de todas estas elecciones nace un cúmulo de bienestar y paz interior inexplicable, porque tus acciones pasan a ser conscientemente elegidas, aquí y ahora, sin condicionamientos culturales o sociales, y sobre todo porque no causan daño a nadie. Eso me ha regalado el yoga.

 

#Ahimsa: No violencia,  respeto a la vida. 1º Yama de Patanjali.

 

Al mismo tiempo, no os voy a engañar, tomar conciencia de esta manera de la explotación animal también me ha llenado de una profunda tristeza. Ahora observo las acciones, respuestas, actitudes REALES de las personas que me rodean de manera distinta y veo cuánto queda aún por hacer. Tampoco es fácil lidiar con los conflictos que se plantean, por ejemplo, a la hora de la comida con conocidos, amigos o allegados. Cuando uno decide no alimentarse con cadáveres realmente levanta ampollas en los demás, ¿cómo esto llega a molestar tantísimo al resto? Cuando además, ¡sus hábitos alimentarios dejan mucho que desear!
Pienso en la paciencia que hay que tener y en lo ridículo que resulta tener que justificar algo tan obvio. Qué tiene de insólito que no quiera comer un animal asesinado, privado de lo más básico, su libertad y su madre, desde que nace, criado en condiciones infrahumanas con un único fin, cuando lo normal sería tener que justificar lo contrario ¿Por qué todavía comes cadáveres, cuando existen alternativas sin sufrimiento? ¿Por qué sigues financiando esos infiernos llamados mataderos?¿Es tan extraño y difícil encontrar esa voluntad en tu interior? ¿Desde cuándo has dejado de sentir el dolor ajeno para buscar solo tu placer?

 

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Así que cuando vuelves a desarrollar la maravillosa capacidad en extinción de EMPATIZAR, de sentir cualquier sufrimiento injusto que te rodea hacia cualquier ser vivo y eludirlo, es tan grave como cometer un delito de omisión de socorro. Este despertar de la conciencia no puede pasar por alto, y ya solo queda levantarte un día de la cama y decir: ¡BASTA! Esto no está bien.
Por ello, aunque parezca que somos ajenos a lo que ocurre cada minuto, día tras día, en las granjas y mataderos, porque para la mayoría, ¡¡paradójicamente!! visionar este tipo de información es un acto insoportable por el dolor que causa, no somos ingenuos, ni ignorantes y sabemos lo que pasa. ¿Cómo podemos engañarnos de esta manera?

 

#Satya: Veracidad, honestidad, virtuoso. 2º Yama de Patanjali.

 

Así pues, os invito a que estas «Felices Fiestas» sean entre todos más conscientes, sin sufrimiento y buen karma, para hacer de nosotros mismos un lugar mejor donde habitar y, por ende, este mundo.
Aquí os dejo unas cuantas recetas especiales veganas que espero que os gusten, entre las muchísimas que hay en internet buenísimas. Y que entonces, sí, ¡que reine la paz y el amor en nuestra mesa!
Bhavatu sabba mangalam (que todos los seres sean felices).
Namaste,
Sandra

Yogawoman

«»Yoga» es el estado en el que no necesitas nada, en el cual te sientes entero y completo». Sharon Gannon

YogaWoman-Flyer-Sept-25

Aquí os dejo el documental YOGAWOMAN sobre la relación del yoga y la mujer en todas las etapas de la vida y sus innumerables beneficios.

¿Sabíais que el yoga en su origen estaba solo permitido a hombres? No os lo perdáis y relax con la publi que a veces aparece. ;)

 

Ashtanga Yoga, Yama. Profundizando en el camino.

¿Qué es «Ashtanga Yoga»? Yama

Si traducimos Ashtanga, ashto significa «ocho» y anga «rama» o «etapa».

El famoso indio Patanjali, que vivió hace más de 2000 años, asigna ocho ramas al árbol del yoga y cada una de ellas representa una etapa o un paso en el proceso de realización personal.

Por otro lado, Ashtanga Yoga también hace referencia a un tipo de yoga desarrollado por Krishnamacharya (considerado padre del yoga moderno) y Pattabhi Jois. Se trata de un estilo dinámico que sincroniza respiración y posturas (vinyasa); a cada inhalación o exhalación le corresponde un movimiento.

Dentro de la definición del sabio Patanjali encontramos pues que Ashtanga Yoga se divide en ocho ramas para conseguir la autorrealización del Ser: Yama (códigos morales), Niyama (purificación personal y estudio), Asana (postura), Pranayama (regulación de la respiración), Pratyahara (control de los sentidos), Dhyana (concentración), Dharana (meditación) y Samadhi (contemplación).

Aunque comúnmente nos iniciamos en la senda del yoga directamente a través de la tercera rama (Asana o posturas) no debemos olvidar las dos anteriores Yama y Niyama, las cuales son fundamentales en el camino del yogui:

Yama se divide en cinco códigos morales:

Ahimsa (no violencia)
Satya (veracidad)
Asteya (no robar)
Brahmacharya (continencia, preservación de los fluidos corporales)
Aparigraha (no posesividad)
yamas

Estos códigos morales deben acatarse primero con uno mismo y después con los demás.

Todos ellos están íntimamente relacionados y deben aplicarse no solo en el día a día, sino también durante la práctica de asanas. Por ejemplo, Ahimsa podríamos traducirlo en el contexto de la práctica de asanascomo que el alumno debe respetar sus límites y no forzarse en caso de frustración ante una dificultad, las cuales sin duda aparecerán en el camino. En este caso, debemos desarrollar la paciencia y la aceptación con uno mismo para, por ejemplo, aprender una postura que suponga un reto. Esto también tiene que ver con Satya, con ser sincero con uno mismo y saber hasta dónde podemos llegar.

Asteya está relacionado con no robar y también con los celos o la envidia que se pueda sentir de otros. Brahmacharya se refiere a las relaciones sexuales: la práctica de asanas mantiene la creencia de que derrochar fluidos sexuales disipa la energía y debilita el cuerpo y establece un calendario de actividad sexual, aunque en Occidente es difícil integrar este precepto.

Aparigraha enseña el desapego durante la práctica, a no desear más y a practicar solo el tiempo necesario para mantener la salud física y no para ser mejor. Este punto hace referencia incluso a evitar el apego a progresar y permitir que este surja de manera espontánea.

Por lo tanto, la práctica pura de asanas es solo una parte ínfima del yoga que sin el resto de ramas queda incompleta. Integrar cada uno de estos preceptos unidos a otros como Tristana (unión de los tres principales centros de atención en Ashtanga Yoga: sincronización de respiración y movimiento, bandhas y dristis) mediante la repetición es fundamental para que este método dé sus frutos.

(Parte del texto ha sido extraído del libro Ashtanga Yoga, John Scott)